CACHIVACHES
Algo que sin serlo ya fue.
Un eco sin espejo. Un reflejo sin
voz.
Eso fuimos tú y yo.
*
Hoy, que el tiempo no me duele,
leo tus versos de mi propia letra y sonrío. Qué lejos queda ya la tinta con la
que se escribieron. Es por eso que sonrío.
*
Llueve y al otro lado del cristal
se vislumbra la respuesta en dos gotas de agua que como dos mitades de un mismo
culto caen a golpes, dichosas uniendo sus pestañas y suenan clavicordios a su
paso. A éste lado, la tormenta. Silencio. Qué hermoso debe ser coincidir.
*
En los pentagramas indelebles de mi pecho ella escribió el réquiem de la libertad eterna.
*
Al caer desde lo alto de la torre
se volvió un iluso.
Del rostro pasó a la sombra.
De los versos a la métrica y del
corazón al nombre.
*
En esta noche de otoño menguante corre
el insólito rumor por mi cuerpo de que en el tuyo vuelve a ser primavera
creciente. ¿Qué cosas, verdad? Y yo pensando que estaba extinguida. Y era yo.
*
En un otoño florido bajo la
tempestad soleada de una noche se lo merendó el tiempo. Distraído, sobre la
hierba de mármol, jugaba con otras sombras y sin hambre que lo reclamara se le
olvidó resucitar.
*
Entre aromas extintos y adverbios
de tiempo me pregunto si entre ambos aún no existe un todavía y antes de abrir
los sueños me aferro a esa posibilidad dogmática como una piedra volcánica a un
candente quizá.
*
No pienso en el horizonte por no
ver el mañana y mientras el verdugo acecha a la más sensible de mis manos la
tentación cuadrada duerme expectante a mi lado.
*
De mal grado acepta mi interior
el tuyo. Mortecino, como el arrabal de una ciudad fantasma cuyo algoritmo muere
en la base unitaria de tu boca; fuimos una ecuación inexistente como las
cosquillas de una estatua.
*
En el borde de la estantería suena
un clamor de gritos y desesperanzas: son fotografías rasgando el vacío. ¿Qué
pasó?, me preguntan. Egoístas somos. ¿Por quién vivirán ahora?
*
Sentarse a la sombra de un vacío
ilegal, sobre la mullida hierba de un universo cretino y visceral. Creer como
absoluto lo que el eco regaña a las parejas en el jardín botánico; la rabia de
no ser nos, sin olvidar el pasado y desdeñando el futuro de un presente caduco.
*
Aléjate del verbo y la muerte se será cuerpo.
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