jueves, 19 de septiembre de 2013

CACHIVACHES: CONFESIONES

Me hace pensar que este hecho tan simple e intrascendente de pasar los días en vilo sea más que una simple casualidad. Como esas cosas que a la tarde hablamos y nada dicen: el tiempo, las llaves, el maullar ralenco de los gatos en celo, la cosecha anticipada. Nada que ver con la perorata que mantienen los ojos, nos miran como si no fueran nuestros: hoy vemos deseos. Mañana, quizá crucemos líneas.

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No. No me atrevo a reconocérselo: Soy adicto al dióxido de carbono.
Por eso, en las noches que enloquezco, la beso mientras duerme.

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Los dos la amábamos. Yo a ras del suelo. Él, donde fuera.
Yo le robé un beso. Él, sólo por joder, se saltó la primavera.

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Temo ser feliz un día y que al otro se borren mis palabras.

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Qué triste.
No debernos nada: ¿nada? ¿Ni un verso al misionero?
Más triste.
Nada devolvernos. ¿Ni una arandela ni un cd?
Peor aún.
Dejarnos. Dejarme dos tatuajes en celo:
De un lado: y ahora quién. Del otro: y ahora qué.

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