sábado, 9 de noviembre de 2013

CACHIVACHES


A cierta edad prescriben las heridas. Y las arrugas a la experiencia y la experiencia al tiempo; en él convivimos expectantes bajo la singladura de sus juguetonas manecillas como gigantescas cicatrices de fuego y arena asustadas del agua. Pero sólo en este número, hasta el próximo giro, después, todo es eterno.

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Me gusta terminar mis cartas como si empezáramos una conversación infinita.

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Ayer me tragué mis principios. Hoy ya me puedo bañar.

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Creo, por experiencia, que tras la hoguera apenas quedará nada. Ni cenizas ni humo. Sólo frío, mucho frío.

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Tengo un cuerpo incoherente con sus definiciones, un alma paralelamente opuesta a su espíritu y un pequeño corazón lleno de un gran vacío.

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Hasta el latir de los párpados teníamos sincronizado. Una lástima que al cruzarnos estuvieran cerrados.

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Tú no lo sabes, pero eres la musa ausente de mis palabras. El eco vespertino de mis sueños y, al despertar, la mirada fija en el suelo sin un recuerdo con el que construir el día.

2 comentarios:

  1. Me encantan estos cachivaches tuyos, todos, así pues, prefiero no elegir lo que no es dado a ser elegido.
    Un beso.

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  2. Enormemente hermosas tus palabras, Marinel, como siempre. La vida es una constante elección y mis palabras no iban a ser menos.
    Un beso.

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