domingo, 29 de septiembre de 2013

TODOS SOÑAMOS, incluso el ropero (mini sueños)

Tengo el ropero en huelga:
Las camisas me hablan con desprecio e ironía y a la que me giro me regalan un corte de mangas. Las camisetas, en un acto emotivo y disciplinar, se arrancaron del pecho la marca como si fueran unos galones militares y se desbocaron irreparablemente el cuello (eso me revienta y lo saben). Los pantalones y los trajes, creía yo más civilizados, se fueron por la tremenda en su busca sin individuo interior que los gobierne. Los zapatos se desparejaron y llevan dos días en huelga de hambre (en este caso de pies), se volvieron chicos o yo no sé qué pasó pero no me caben los pies en ninguno de ellos.
En esta situación tan lastimosa e inhumana llevamos dos semanas.

Hoy encontré una nota en la puerta del ropero (la letra la reconozco, es de una camisa verde que hace años que no me pongo. Rencorosa): Ninguna pieza de tu (mi) vestuario se prestará a tu (mi) cuerpo hasta que ella y sus vestidos junto con los zapatitos de tacón, vuelvan.
Yo, contranoteé: A la camisa verde que hace años que no me pongo (ahí le duele), en calidad de portavoz de los huelguistas. Con llamarte ignorante me quedaría corto. De buena gana me gustaría verte disfrutar dentro de un ropero repletito de fantasías de mujer, pero no me toques la huevera porque de la misa no sabes ni la mitad. De primeras te digo que esa no vuelve por aquí (maldita la hora). Bonita cara se te iba a quedar cuando vieras aparecer sus vestiditos de seda y detrás de ellos las camisas del otro. Así que dejémonos de joder y atiende a la oferta que ofrezco y que considero justa: Ustedes deponen su actitud infantil y arropan mi cuerpo como es debido. A cambio, yo les prometo comprar un par de vestiditos de noche para calmar su aflicción y cargo completamente con la deshonra de los cuernos.
Contranota de los huelguistas a mi contranota: No hay trato. No queremos otros vestidos que no sean los de ella. Y con los cuernos ya contábamos que cargaras tú, son consecuencia de tus actos, o es que pensabas que la camisa blanca, compañera y amiga, con el cuello mancillado de por vida de carmín no nos iba a contar tu ‘affaire’ nocturno del mes pasado con la secretaria de tu jefe. Valiente ignorante.






TODOS SOÑAMOS con mariposas (mini sueño)


Dicen que si una mariposa bate sus alas en una parte del mundo en la otra se destapa un huracán. Yo lo creo. Les cuento:

Comparto despacho con una mariposa de la que estoy perdidamente enamorado desde el primer día que entró al servicio de la consultora. Durante las horas de trabajo apenas hablamos, cuatro frases de temática profesional, cinco buenos días y cinco buenas tardes (para otro que no sea yo, nada que leer entre líneas. Yo de estas frases saco vidas y destinos).

          Las únicas veces que me doy el gusto de asentar la posibilidad real de que grabemos juntos un mensaje en el contestador telefónico de mi casa (sueño con que sea ‘nuestra casa’) son los viernes a la tarde cuando toda o gran parte de la plantilla (somos siete y ella ocho. Aclaro: hay más mujeres pero yo no tengo más ojos), celebramos el finiquito de la semana laboral tomando unas cervezas en la Gaviota.
Allí las miradas son distintas, las palabras también; de ahí las dudas que últimamente no me dejan dormir (¿o será que leo demasiado entre líneas?)

El lunes llegó Claudio con dos confidencias: la primera, que se divorcia (no me extraña, es un charlatán de cuidado y seguro que se le escapó delante de su mujer contar sus propias infidelidades). La segunda (la que me atañe): la Avellaneda se marcha, encontró un trabajo mejor remunerado (con poco; no creo que buscara mucho).

El viernes es su último día y no puedo quedarme con esta carga aquí dentro.
Martes: escribo el borrador con la posible conversación que podamos tener.
Miércoles: lo corrijo y matizo algunas de sus respuestas (por supuesto, todas favorables a mis deseos).
Jueves: ya con el borrador pasado a limpio y memorizado, dedico la tarde a trazar un plan en el cual podamos privatizar una conversación y a repetirme mentalmente frases que motiven mi valor y auto estima, que falta hace.
Viernes: el gran día. En la mañana cambié dos veces de camisa (menos mal que conté con el factor nervios y me llevé un par de repuesto). A la tarde, ella pasó por todas las mesas despidiéndose de todos los compañeros, me dejó para el último (es una señal).

Un abrazo. Dos besos. Fue un placer trabajar contigo, me dice. Podemos hablar en privado, le digo.
Salimos para la Gaviota (antes de salir, Claudio me guiña un ojo; yo también creo que lo tengo hecho). Nos sentamos a una mesa y pedimos dos cafés. Ella bebe el suyo. Yo no puedo ni tocar el mío, me tiemblan hasta los huesecillos del oído.
Allá voy:
-Te quiero. Sé que te quiero. Pero no te quiero porque te quiero. Te quiero porque ahora sé lo que quiero que es quererte como te quiero (para esto un borrador. Quedé herniado).
-¿Cómo que me quieres? Sabía por Claudio que te gustaba pero, ¿querer? En serio.
-Con las cosas del querer (más si son las mías) no bromeo. Ten en cuenta que llevamos trabajando juntos dos años. Me gustaste los seis primeros meses después surgió el amor, unilateralmente, pero surgió.
-En esta relación, por llamarlo de alguna manera, me llevas demasiada ventaja.
-No me importa esperar.
-Ya... Pero yo tengo novio.
-No lo sabía (maldito Claudio).
-Hace tres meses… Si me lo hubieras dicho antes…
-Y ¿cómo se sabe cuándo? Uno ataca siempre en la desesperación y ésta siempre llega en el último momento… Es lo que tenemos los seres humanos, buscamos la aguja cuando el pajar está en llamas.  
            El silencio duró una eternidad o se me cayeron los tímpanos y a la mierda se fueron el yunque, el martillo y el estribo (qué coño hace un estribo en mi oído).

Apuró el café, se disculpo sin tener por qué, desplegó sus alitas de mariposa y salió volando de mi vida laboral. Yo salí a la calle destrozado, primero por la negativa de la que sigo pensando es la mujer de mi vida y segundo, porque en la otra parte del mundo las iban a pasar putas por mi culpa. Pobres chinitos, no sabían la de aire que se les venía encima.

viernes, 27 de septiembre de 2013

DE LA MUERTE Y OTROS DESPISTES


EL DIFUNTO DESPISTADO

Recuperó los tres metros de soga que años atrás había comprado para unir las tablas de madera del maltrecho somier de su cama. Robó de la librería de su vecino, un viejo funcionario de prisiones muy aficionado a la lectura y a la pesca, un libro sobre nudos marineros y noche y día se pasó el desdichado practicando las distintas formas de fabricar un nudo corredizo hasta que logró, con los ojos cerrados, realizar diez nudos de diversas dificultades y para diferentes propósitos.
Con la ayuda de un yunque atado a la soga comprobó la resistencia de la viga de madera que atravesaba el techo de parte a parte; no quería, como en otras ocasiones, quedar como un estúpido ante los ojos de los medio-muertos. Una vez hechas las mil y unas menudencias que conlleva tan trágica tarea, se puso una fecha para la última comprobación y a la jornada siguiente decidió que sería la de llevar a cabo su realización. Así lo hizo. Llegado el susodicho, y habiendo el anterior comprobado satisfactoriamente el buen funcionamiento de su proyecto, ató un extremo de la soga a la viga de madera con un nudo de media dificultad y en el otro extremo se concedió el capricho de realizar un nudo corredizo de dificultad extrema.
Para lograr la altura necesaria a la que debía quedar colgado su cuerpo, más bien sus pies, para que no rozaran el suelo y en un impulso vital y reflexivo intentar desesperadamente devolverse a sí mismo a la vida, escogió una silla metálica más alta que las que solía tener en el comedor y gemela de otra que había en la cocina y que utilizaba para dormir un extraño gato de pelaje negro que había aparecido por su casa unos años atrás. De abajo arriba, echó un vistazo a su obra y sonrió satisfecho y orgulloso e incluso se convenció a sí mismo de que esta vez lo lograría.
Durante todos aquellos días en los que estuvo absorto en los pormenores y pormayores de tan farragosa tarea, en ningún momento se acordó de comer, de asearse o dormir si quiera un par de horas.  
¡Fíjate! Dónde tendría la cabeza aquel pobre desgraciado, que ni el ojo que le colgaba bailando como un péndulo en un reloj de su cuenca derecha ni el insufrible dolor de cuello que arrastraba desde hace tiempo le hicieron darse cuenta de que ya llevaba varios años muerto.



MIERDA

 Desde mi último ataque la persiana metálica de la funeraria se levantaba automáticamente por obra y gracia de un pequeño motor, que en un trueque de servicios, me había colocado el dueño de un taller mecánico al quedar viudo.
Aquel día nublado la muerte llegó temprano, más que de costumbre; ni había encendido las luces del escaparate y ni siquiera me había despojado de mi chaqueta. Además, hoy no teníamos nada para ella.

-Buenos días, socia. Pronto llegas y que yo sepa hoy no tenemos a nadie para ti…Mierda.




 HIMENEO



Llegó la noche y la indiferencia. ¿Cenas? No tengo hambre. Me voy a dormir. Yo, terminaré la película. Hacia el final de la noche hizo un ligero ademán de levantarse, tarde, no se dio cuenta de que ya estaba muerto.

miércoles, 25 de septiembre de 2013



TODOS SOÑAMOS, pesadillas incluidas (mini sueño)


Era la primera vez que una pesadilla lo desvelaba en la noche. Normalmente las pesadillas tenían lugar, físicas y desproporcionadas, durante el día y los sueños quedaban encargados de ocupar la noche (trato verbal, por lo visto y sin yo saber, abierto).

La nevera estaba medio vacía (en este sentido no caben optimistas; cuando una nevera está medio vacía, ¡está medio vacía! Y esto, siendo optimista). En la televisión andaban con la carta de ajuste en unos canales y en otros, argumentando la venta de utensilios que en un primer momento necesitamos, se conoce, imperiosamente para vivir pero que una vez los tienes ya no son tan imprescindibles y acaban en compañía de las pesas y las zapatillas de invierno, bajo la cama.
Volvió dubitativo a la habitación. Se tumbó en la cama temeroso. Comprobó que la alarma del despertador estaba activada y por último lanzó al aire un buenas noches, cariño. En ese momento supo que el contrato bilateral estaba completamente roto, que las pesadillas joderían la noche y los sueños por su bien, se rendirían.


Aquella fue la última vez que durmió en el lado de ella.



TODOS SOÑAMOS con derribar la barrera flor-libro (mini sueño)


Él estaba sentado en una esquina de la cafetería y yo en la opuesta, junto a los baños y a un cuadro que decía que el insomnio es la suerte de los que sueñan despiertos (se quedó tan ancho). Más o menos la misma edad, el mismo traje, la misma falta de pelo (importante), el mismo sombrero, la misma consumición… Salvo pequeños detalles como un simpático bigote (que al día siguiente me afeite), el color de la corbata y las típicas posturas indolentes, éramos idénticos. Dicho esto, era acertado decir que las posibilidades estaban al cincuenta por ciento (no cuento al camarero, me perjudicaría).

Ella entró despistada, como por casualidad, miró a su alrededor y sorteó las mesas decidida, ligera como quien sortea las piedras que otros le ponen en el camino.
Pudo elegir otra mesa en la que tomar el café, la más alejada, la de aquella esquina, más evocadora y confortable para leer a Borges. Pudo elegir una al lado del ventanal donde seguro, como una soñadora experta, contaría las veces que dos personas instantáneamente se cruzan en lugar y tiempo sin saber que están hechas el uno para la otra, o incluso en alguna de la terraza, ya que había quedado una mañana esplendida y acertada para tomar el segundo café matutino bajo el sol tibio de un otoño mediano. Pero no lo hizo.
Tampoco niego el hecho, que ustedes, por lógica, pensarán, de que la derrota pudiera ser debida a mi mala elección en cuanto a la mesa. No lo creo. Valorando desde la distancia las pequeñas connotaciones de aquella escena, creo que el resultado, en el supuesto de quebrar la barrera espacio-tiempo y volver a tener la oportunidad de elegir otra mesa, hubiera sido el mismo.
Les digo más: lo que ella hizo, que fue elegir, incomprensiblemente y algo timorata, sentarse a la misma mesa en la que mi rival estaba sentado.

Y aquí, pongo el fin a estos apuntes diarios porque si no, me vengo abajo.

Nota mental: A partir de ahora, siempre que salga a tomar el café, a cualquier hora del día, llevar conmigo una rosa (no importa el color siempre y cuando sea de tallo largo y del tiempo). ¿Quién sabe? Pero las posibilidades de que una linda y hermosa mujer se siente a tu mesa, aumentan.

martes, 24 de septiembre de 2013


INCONGRUENCIA MÍSTICA


CÁNCER: Conseguirás lo que estabas queriendo con esa persona pero tal vez cuando lo tengas ya no te interese.

Partiendo de la cruel (al menos para mí) coincidencia de que los tres nacimos en el mismo mes. ¿Quién conseguirá qué? Tú, que dices de él que ya no es el de antes. Él, que dice de ti que has cambiado o yo, que ando medio loco tras de ti diciendo lo que dicen que dice el horóscopo.



INCONGRUENCIA MÍSTICA II


CÁNCER: Conseguirás lo que estabas queriendo con esa persona pero tal vez cuando lo tengas ya no te interese.

Partiendo de la puñetera casualidad de que los dos nacimos en el mismo mes. ¿Quién conseguirá a quién? Tú, que lo sigues a él o yo, que te sigo a ti.



INCONGRUENCIA MÍSTICA III

CÁNCER: Conseguirás lo que estabas queriendo con esa persona pero tal vez cuando lo tengas ya no te interese.


Partiendo de la base (de primeras, mierda de base) de que los tres compartimos el mismo mes de nacimiento y tenemos las mismas posibilidades de que nos rompan la parte izquierda del pecho y la central del culo, ¿por qué carajo, siempre soy yo al que joden primero?

domingo, 22 de septiembre de 2013

CACHIVACHES


Poco importa el palaciego de las flores y el casco.
Poco importa el zalamero estudiante imaginario.
Menos aún el celoso picapleitos que en un mal movimiento me ganó la partida.
Poco importo yo que voy detrás de todos y cada uno de ellos.

Lo único que  importa es que la quiero y sé, como dicen los mayores, que después del último… soy el primero.


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A veces y sé bien el porqué
mis ojos cristalizan el roció y el parpadeo ipso facto se detiene.
La ausencia que yo sufro aparece implacable en las esquelas y las migas de cera se van consumiendo.
Demasiados intentos para un sólo cuerpo.

Prosélito a la melancolía fiel.
De los confines al centro, temeroso de ver.
De cejas a fuera, el sol.
Demasiados sueños para tan poco valor.

Condenado a vagar entre hojas secas,
acertadas pues mis antiparras.
Ni el blanco ni el negro, para más INRI, el gris.
Demasiados fracasos para no verlos venir.


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Si en algún momento entre tu vida y mi mundo se te ocurre que librar una batalla es lo más amable que podemos obrar bajo estas sábanas que ninguno gobierna, con fingido pesar rendiré mis dedos a la fisura de tu entrepierna.


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No se me alarmen los poetas timoratos ni los trovadores de lírica espesa. El cuento, salvo ciertas modificaciones de fondo, continúa intacto: el príncipe, del sexo extra-matrimonial con las calabazas quedó harto y cambió los cuentos por las revistas del corazón. Cenicienta, de aquellas, agarró la maleta, que era una cáscara de nuez y cantaba como todos, dejó las malvas, las huellas y sólo, para no dar ideas y como repelente monárquico, se llevó los zapatos.


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Desde aquí, donde no estás, te veo.
Desde aquí, donde no te quiero ver, te veo.
Desde aquí donde la eterna oscuridad se aploma
y el sensible credo de los vivos se porta grabado en mármol, te veo…más delgada pero te veo.


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Y ya estás nueva
recién del agua.
Y vuelves a mis brazos
y a mis días.
Deslumbrando los enigmas,
reanimando posos y segundas nupcias.
Y vuelves a ser tú.
Y vuelves a ser mía.
Y yo, vuelvo de ser yo.




TODOS SOÑAMOS (minisueño)


Destrozó el silencio de la redacción con el sonido secó de sus zapatos martilleando el  suelo de mármol.
De entre todas las mesas se acercó a la mía pensando que yo era el encargado de las suscripciones al periódico.
Yo pensé que después de suscribirla con los ojos, tomar un café o mil en la cafetería de la esquina y gozar de un noviazgo corto, nos casábamos. Que nos mudábamos a vivir a un pueblecito de la costa donde todas las casas eran de dos alturas y la nuestra de tres. Que teníamos cuatro hijos, dos niñas y dos niños, y seguían orgullosos, cada uno por su lado, nuestros mismos pasos. Que envejecíamos jugando en el jardín del patio trasero de la casa, a la sombra de un geranio superlativo, con nuestros nietos. Y que nos enterraban, las piernas entrelazadas, su rostro sobre mi pecho, en una caja de pino y de matrimonio.

Después de la suscripción que muy amablemente le llevó a cabo el compañero encargado de ello, jamás la volví a ver.   

jueves, 19 de septiembre de 2013

CACHIVACHES: CONFESIONES

Me hace pensar que este hecho tan simple e intrascendente de pasar los días en vilo sea más que una simple casualidad. Como esas cosas que a la tarde hablamos y nada dicen: el tiempo, las llaves, el maullar ralenco de los gatos en celo, la cosecha anticipada. Nada que ver con la perorata que mantienen los ojos, nos miran como si no fueran nuestros: hoy vemos deseos. Mañana, quizá crucemos líneas.

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No. No me atrevo a reconocérselo: Soy adicto al dióxido de carbono.
Por eso, en las noches que enloquezco, la beso mientras duerme.

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Los dos la amábamos. Yo a ras del suelo. Él, donde fuera.
Yo le robé un beso. Él, sólo por joder, se saltó la primavera.

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Temo ser feliz un día y que al otro se borren mis palabras.

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Qué triste.
No debernos nada: ¿nada? ¿Ni un verso al misionero?
Más triste.
Nada devolvernos. ¿Ni una arandela ni un cd?
Peor aún.
Dejarnos. Dejarme dos tatuajes en celo:
De un lado: y ahora quién. Del otro: y ahora qué.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

            No conozco a nadie de este mundo que haya hablado tanto con los ojos como lo hacíamos ella y yo. Y las cejas, olvidadas al inventar los signos gramaticales, las pusimos de moda. Ora exclamaba, ora preguntaba, ora besaba…

            Recuerdo, como un hierro candente atravesado en mi corazón, el día en que me fue revelado mi destino. Terminaba la primavera y el cielo de la tarde rebosaba un gris oscuro, cargado de lluvia. Nos apresurábamos en recoger la terraza del chiringuito y los dos coincidimos nuestras manos al coger la misma silla. El índice y el corazón se rozaron y el tiempo, que me debía media vida, se detuvo. “Nuestras vidas son sencillas palabras en complicados versos”. Ella sonrió y yo me dí cuenta de lo estúpido del comentario. La niñas sueñan ser princesas y los niños poetas trotamundos.

Párrafo extraído de la novela: El último bastión de la memoria.
CACHIVACHES Y POEMAS:


Tu ausencia es eco vivo
en un corazón diáfano
que su polvo es revejido
de tan lejos, tan temprano.

Mi corazón te grita y grita y grita
y el recuerdo que lo embarga
es una pequeña tirita 
para una vida tan larga.


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Yo me conocí. Y me gustó lo que vi. Pero ambos estábamos demasiado solos como para continuar con esta farsa.

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La vida es una cuenta pendiente en la que se paga más de lo que se debe.


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Vida de estercolero:
lo que no fumo, lo bebo.
Lo que no hago, lo debo.

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Recuerda al caer rendida
cuan amarga será mi verdad:
Para amarte me vieron la vida.
Para llorarte la eternidad.

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Muere engalanada la polilla.
Muere el camino al andar.
Muere en silencio la orilla
a estocadas certeras del mar.

Muere extirpada la espina.
Muere internauta la sirena.
Muere mi corazón en la ruina.
Mueren al viento tus promesas de arena.

Mueren los hilos que abrazan tu escote.
Muere el pétalo aún confesando un amor.
Mueren lo párpados idos de Don Quijote.
Mueren los charcos que deslumbran al sol.

Mueren lo sueños que despiertan al alba.
Muere el valiente sin alcanzar la vejez.
Mueren mis ojos sin ver que los salvas.
Muere este loco, sobrado de languidez.

martes, 17 de septiembre de 2013

CUENTOS DE UN NEFELIBATA:
http://www.pasionporloslibros.es/cuentos-de-una-nefelibata-%E2%80%A2-ximo-tejado/

La vida no es una transición contemplativa, es el lugar donde todo empieza y todo termina.

El verdadero fin, esencial, de la vida es la búsqueda de un destino común y los sueños, el amor, la tristeza o la nostalgia son esas piedras o baches que sin darnos cuenta alimentan el arduo camino que lleva hasta ese destino. Sólo has de ser consciente de que estar vivo es algo más que respirar.

Tienes una vida, un trayecto que recorrer, si existe algo después, qué importa, lo verdaderamente importante es lo que haces o dejas de hacer en el maravilloso viaje que te espera.
Aquí, más allá de las palabras, encontrarás preguntas pero tú, sólo tú, tienes las respuestas

lunes, 16 de septiembre de 2013

CACHIVACHES: A los tiempos verbales.

Ya nadie presto oídos al pasado:
A mí me dolía, estaba demasiado presente. 
Para ella, ni yo ni él, teníamos futuro.

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Yo le hablé del futuro.
Ella cambió el tiempo.
Ella dijo adiós.
Yo no la entendí.

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El pasado irremediable.
Las doce. El reloj grita una y otra vez cada hora.
Testigo metódico, constante, asqueado. Siempre sincero.
Aburrido, sempiterno, trágico nunca mortal.
Camina a buen paso, tic tac, en busca del norte, de ti, de mí, tal vez de nosotros.
En un lugar distinto o no de un tiempo que nos merecemos. 
Vuelven a dar las doce. Hoy, el pasado es un presente constante dentro de un camino circular.
CACHIVACHES:

-A olvido me saben las palabras que nacieron en tu boca y murieron en mi oído.

-Ya no recuerdo si tengo poca memoria o mucho olvido pues rara vez recuerdo lo que escucho y aún menos lo que digo. 

-Existe un mundo en el que se vive lo que en éste sólo se puede soñar.

-Ya sólo se apiada de mí aquel taciturno espejo que de tanto en tanto me acaricia con una sombra de tu reflejo.